Saturday, January 28, 2006

Crítica de Discos: “Pursuance: the music of John Coltrane"

Ya se ha hecho costumbre hoy en día en el vilipendiado mundo de la música emular a los grandes maestros. Lamentablemente a veces, por no decir casi siempre, este “emular” se convierte en “copiar”, y como ya es conocido en el séptimo arte, “las segundas partes nunca son buenas”, y es lo que suele ocurrir con los discos de tributos. Aún recuerdo un desastroso disco de tributo a King Crimson, banda de la que me declaro fanático a muerte, llamado “Schizoyd Dimension”, si es que lo llegan a ver por favor quémenlo. Bueno, esto suele pasar a mi gusto por dos razones:

1. Se trata de emular al artista al pie de la letra, y todos sabemos que el original siempre es mejor, sobre todo cuando hablamos de grandes músicos o bandas (como lo que pasa con el disco que ya nombré);

2. Los discos si bien rinden tributos, se alejan demasiado del estilo original, y por lo tanto alejan a los adeptos a tal grupo (por ejemplo todos los tributos que hace el “String Quartet”).

En “Pursuance: the music of John Coltrane” (1996), no ocurren ninguno de estos dos fenómenos tan comunes. En realidad es como un bicho raro dentro del mundo de los covers. Para hacerlo aún más complicado, Kenny Garrett decide hacer un disco para rendirle homenaje al virtuoso y mítico cuerno tenor de John Coltrane, quizás el saxofonista que mas ha influenciado a todas las generaciones posteriores de tales instrumentistas, revolucionando el mundo del jazz al inventar una nueva forma de tocar este bronce. El disco se mantiene a ralla dentro de los márgenes del hard-bop (que los hermanos Marsalis han sabido mantener a flote en su beta más pura, un estilo que parece percibir cada día más adeptos), presentando una cuota de frescura que lo diferencia de un hard-bop clásico mas de los ‘60-‘70.

El batallón: Kenny Garrett en el saxo alto, un músico que debo admitir no conocía antes de escuchar este disco y con el cual quede sorprendido. Como la mayoria de los saxos modernos, es inevitable escuchar la gran influencia del método de Coltrane en su sonido (a pesar de que Garrett cultiva el alto, mientras que Coltrane hacia de las suyas en el Tenor y Soprano), pero no cae en la copia: le imprime su estilo propio, fraseando suavemente cuando es necesario en ciertas baladas, con cambios de volumen que lo mantienen a uno despierto y atento a lo que vendrá después (“Equinox”). Tomando un tema clásico del maestro, de su monstruoso discazo “Giant Steps” e imprimiéndole el sonido free-jazz que cultivaría Coltrane en sus ultimos años (“Countdown”). En la guitarra el fructífero y virtuoso de la eléctrica Pat Metheny, un hombre que se mueve por variedad de estilos del jazz (digamos be-bop, Hard-bop, múltiples tipos de fusión, etc.) y que le pone un tono de frescura al disco, especialmente en el tema “Lonnie’s Lament”, en donde hace gritar a su guitarra como ya nos tiene acostumbrados en sus trabajos para caer en una catarsis junto a Garrett. En la batería Brian Blades, un hombre que sabe como pegarle a los tambores al mas puro estilo de un Max Roach o un Elvin Jones, es como un batero sacado de los años sesenta con una fuerza y soul novedosas por decir lo menos que brindan una columna rítmica perfecta al disco, junto al contrabajista Rodney Withaker, quien quizás es el punto mas bajo de la formación, sin aportar mucho en su instrumento, pero permite junto a Blades que haya un despliege melódico ideal en la otra sección de la banda.

En resumen, un disco que suena, llena y se agradece, que recrea clásicos de la cantera del mas grande saxofonista de todos los tiempos (junto a Charlie Parker, para no herir sentimientos) imprimiendo una frescura a estas joyitas del bop. Garrett, si bien suena a Coltrane, no toca “a lo Coltrane”, toca a lo Garrett, y esto permite tener un disco al que por fin le podemos llamar “un digno tributo”.

Pongámosle un 8/10, recomendable para los amantes del bop.

Alex Levine.-

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